El mundo ultra del fútbol y su impacto en la seguridad

¿La violencia en el deporte forma parte inherente del espectáculo? La presencia de esta temática en los medios de comunicación es volátil. En temporada alta, generalmente coincidente con eventos deportivos internacionales o derbis locales, se multiplica la publicación de esta temática en medios impresos, digitales y televisivos. En la opinión pública se genera un desasosiego y malestar evidente.

Últimamente, el pensamiento colectivo nos puede llevar a relacionar la violencia entre diferentes grupos de seguidores con competiciones deportivas de índole internacional. Las últimas imágenes del Athletic- AS Roma, la agresión a seguidores de la Real Sociedad en su partido contra la Lazio en la capital italiana, el comportamiento de los ultras del Anderlecht en su visita a San Sebastián, o el politizado partido entre el Ajax y el Maccabi Tel Aviv. La realidad es un poco más tozuda: en 2023, según los datos de la Comisión Estatal contra la Violencia, el racismo, la Xenofobia y la intolerancia en el Deporte, se realizaron en España 7.582 actuaciones con violencia en campeonatos de fútbol. Por lo tanto, parece evidente de que hablamos de un problema, no puntual, sino enquistado en nuestra sociedad y que con el paso del tiempo evoluciona.

Los radicales del fútbol ya no son borrachos descontrolados, sino adictos al gimnasio, organizados y conectados a través de las redes sociales, que recorren Europa en busca de pelea y a veces ni entran al estadio. En España, el componente ideológico es el elemento principal de diferenciación. Sobre el entorno ultra, cómo gestionarlos, las implicaciones y reclamaciones de los profesionales de seguridad, hemos hablado en Segurdidaktika con Joan Caballero. Criminólogo, escritor. Miembro investigador del SyDecrim en la Universidad Europea Miguel de Cervantes, en las líneas de investigación de Grupos Urbanos Violentos; Delitos de Odio; Extremismo y radicalización y Subcultura carcelaria. Es formador de policías y vigilantes de seguridad.

P. ¿Qué entendemos por grupo ultra en el mundo del deporte?

Un grupo ultra, tal como lo entendemos en el mundo del deporte, es aquél caracterizado por tener una organización o estructura, que realizan animaciones de manera muy intensa en los fondos de los estadios y que utilizan cánticos y “tifos”. Suelen desprender una fuerte identidad colectiva y se caracterizan por el culto a la violencia. 

P. ¿Qué tipos existen? ¿Actúan igual?

En España la mayoría, por decir el 99% de ellos, están politizados en dos extremos politizados que son de tipo nacionalsocialista y de ultraizquierda, con sus variantes etnonacionalistas. No todos actúan de la misma manera, hay grupos muy centrados en la animación de la grada, mientras otros grupos o facciones de esos grupos se dedican a organizar violencia exogrupal contra los rivales. 

P. ¿Diferencia entre un ultra y un hooligan?

El ultra se identifica como el estilo de vida centrado en la grada, con una estructura clara y enfocada principalmente a la animación, pero sin tener un rechazo explícito de la violencia. El hooligan en España es la evolución que está sucediendo a raíz de unos hechos en la Eurocopa 2016 en Marsella. Allí los hooligans rusos realizaron cacerías organizadas durante tres días seguidos en inferioridad numérica de tres a uno contra los aficionados ingleses en el Puerto Viejo. Se diferenciaban del clásico hooligan inglés que bebe hasta la extenuación y es “un broncas”, porque esos rusos hacían un estilo de vida basado en la filosofía “Straight Edge”, que consiste en la abstinencia a todo tipo de drogas para ejercitarse en el combate cuerpo a cuerpo, principalmente estilos como el MMA. Los medios de comunicación los catalogaron de “comandos coordinados” e incluso Vasily Stepanov "The Killer", el otrora líder de los Gladiators del Spartak de Moscú, declaró a la BBC que "fueron fuerzas especiales militares de hooligans enviados por Vladimir Putin a conquistar Europa"[1]. Esta forma de organizarse llamó la atención de todos los ultras y hooligans de todo el continente europeo, y poco a poco, muchos grupos ultras españoles se han ido cambiando el calificativo para llamarse hooligans. 

P. ¿Cómo se pueden identificar aparte de la estética o simbología?

Principalmente por su discurso a través de las redes sociales, donde se puede apreciar un mensaje directo o camuflado de su ideología extremista nacionalsocialista o de ultraizquierda, con un mensaje de odio bien elaborado para evitar sanciones.

Fútbol y violencia

P. ¿Cómo captan a nuevos miembros? 

La grada es un lugar para socializarse, que ofrece a los miembros más jóvenes poder formar parte de algo más grande que ellos, donde experimentarán camaradería, protección, emociones intensas y una causa compartida. A cambio, el joven debe corear y seguir las consignas extremistas que allí se realizan. Es un lugar y una situación muy adictiva, principalmente por la sensación de anonimato en un grupo tan numeroso, y más delante de una situación de violencia, donde el riesgo de sufrir un daño personal grave suele ser muy bajo. Todo esto genera una atracción que podríamos citar como “endiablada”.

El fútbol principalmente y el baloncesto de manera secundaria suelen despertar pasiones colectivas, rivalidades históricas y una clara identificación emocional de los aficionados.

P. ¿Cuál es su principal fuente de ingresos? 

Principalmente las cuotas de los miembros y la venta de su merchandising como bufandas y camisetas. También realizan rifas y eventos organizados.

Violencia ultra

P. ¿Por qué se da más casos de violencia en deportes como el fútbol o baloncesto, comparado con otras disciplinas como el ciclismo o el atletismo?

En 2023, según los datos de la Comisión Estatal contra la Violencia, el racismo, la Xenofobia y la intolerancia en el Deporte, se realizaron en España 7.582 campeonatos de fútbol, 1.403 de fútbol sala y 1.299 de baloncesto. El fútbol principalmente y el baloncesto de manera secundaria suelen despertar pasiones colectivas, rivalidades históricas y una clara identificación emocional de los aficionados. A todo esto hay que sumar el componente territorial (de un barrio, una ciudad, una región, etc.), el de pertenencia y como no el de componente político. Todos estos factores alimentan pasiones, pero lo más curioso es que si consultamos esos datos de la Comisión, entre 2021 y 2023, de los 116 eventos deportivos declarados de alto riesgo, todos ellos fueron en eventos de fútbol, siendo cero en el Baloncesto.

Protocolos de actuación

P. Hoy en día, ¿Estamos preparados para gestionar a grupos ultras europeos?

Creo que los avances en inteligencia policial y coordinación entre países ha ido avanzando, porque como vuelvo a repetir, estos grupos están altamente politizados y suelen ser el brazo fuerte y la hebilla de un cinturón de movimientos extremistas con discurso de odio. Muchos de sus integrantes, tienen antecedentes penales y penitenciarios, y algunos de estos grupos representan una “amenaza interna” en sus respectivos países.

El miedo a las represalias fuera del puesto de trabajo, y más si identifican el lugar de residencia o de ocio del vigilante.

P. ¿Qué debilidades presenta el protocolo de alto riesgo emitido por la comisión antiviolencia?

Este tipo de protocolos suelen ser más reactivos que preventivos, por lo que, en función de diferentes circunstancias, se puede declarar un partido de alto riesgo tarde y sin margen para reforzar la seguridad. Aún falta más coordinación entre los clubes deportivos con la seguridad privada por ejemplo.

P.  Además de aplicar las directrices recogidas en los protocolos tanto institucional como de los clubes, ¿Cómo debería prepararse un profesional de seguridad ante un partido de alto riesgo?

Debe formarse en grupos urbanos violentos, en gestión de contención no violenta, técnicas de negociación y judo verbal, en primeros auxilios y trabajar el “efecto túnel” mediante gestión del estrés. La realidad es, que las empresas de seguridad no invierten en formación eficaz en sus trabajadores. 

Escaso apoyo institucional

P.  ¿Cuál es el principal problema que generan entre el personal de seguridad? 

Los vigilantes de seguridad principalmente sufren altos niveles de estrés e intimidación continuada por parte de la zona de los hooligans. Tienen gran presión psicológica entre insultos, amenazas y el riesgo físico a ser agredidos. La mayoría de mis alumnos vigilantes se quejan de escaso apoyo institucional y de la indiferencia de trato que reciben de su propia empresa. La demanda principal es de no tener una formación adecuada y sentirse sin un apoyo legal. También me cuentan de que detectan cierta cesión de los clubes deportivos ante las presiones de los ultras.

P.  ¿Cómo condiciona el ultra a un profesional de seguridad? 

Pues principalmente el miedo a las represalias fuera del puesto de trabajo, y más si identifican el lugar de residencia o de ocio del vigilante.

Animación estadio de fútbol

P. ¿Cómo gestiona el miembro de seguridad el miedo o la presión psicológica que ejercen dichos grupos? 

Aquí influye su experiencia y su formación.Conozco buenos profesionales que tienen altas cualidades para lidiar en estas situaciones, que identifican y previenen situaciones que pueden acabar en violentas. El estadio es un lugar de aprendizaje donde hay que ir negociando con los ultras para que respeten unos límites, sin que interpreten que es por imposición, de ahí el conocimiento en judo verbal por ejemplo. Pero debemos ser honestos y afirmar que también hay vigilantes que no disponen de formación adecuada ni recursos personales, con lo que se les dispara la ansiedad o pueden acabar actuando con dureza, tensando situaciones con desenlaces imprevisibles. 

“Todos miran hacia otro lado” 

P. ¿Son los clubes parte del problema y de la solución de los grupos ultras? 

Por supuesto. Los clubes han tolerado y se han aprovechado de los grupos ultras para tener gradas en los estadios con animación, digamos de manera cuasi-gratuita o regalada. Los clubes tienen potestad para aplicar políticas de tolerancia cero, pero hasta que no sucede algo muy grave (una muerte, por ejemplo), todos miran hacia otro lado. Hay pocos clubes que se han enfrentado contra los extremistas y que hayan aguantado la presión continua que ejercen. En muchos casos, los propios directivos de clubes se sienten intimidados y reciben amenazas si ejercen cualquier tipo de prohibición… 

P. ¿Cómo deberían de actuar para su control y evitar su proliferación? 

Actuar en bloque, con determinación y apoyo legal, sin ceder ante las presiones y chantajes, retirarles privilegios y denunciar todas las amenazas, todo ello en colaboración y coordinación con las policías encargadas, debería ser la receta de una eliminación del grupo en el estadio. Otra cosa es prohibirles la entrada a todos los miembros. Creo que en una parte de los estadios es una opción factible, pero también debemos ser realistas, hay clubes deportivos que tienen escaso público, y los ultras actúan como el corolario con su animación. Imagínese que el Rayo Vallecano expulsase a los Bukaneros, que llenan toda una grada, sería una situación de ruina económica para el club. 

P.  Todo el mundo tiene derecho a su defensa…, pero ¿Es ético que haya bufetes de abogados especializados en la defensa de ultras? En el último partido de Europa League entre la Real Sociedad y el Anderlecht, los seguidores de este último equipo, portaban tarjetas de representación de un bufete de abogados de Valencia.

Bueno, cualquier ciudadano, aunque sea un depredador sexual, tiene derecho de defensa. Otra cosa es la ética que tenga un bufete que se asocia abiertamente a miembros de grupos extremistas. En España tenemos casos mediáticos de abogados que se han especializado en la defensa de narcotraficantes, antisistemas, nacionalsocialistas, terroristas, etc. Sí es verdad que influye el pasado extremista de algunos de estos profesionales de la abogacía, dando la sensación que llega a normalizarse la promoción de la conducta violenta del hooligan y eso pueda dar un peligroso mensaje entre la gente más joven.


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